La Invasión de la Casa de la Familia Petit




La invasión de la casa de la familia Petit es posiblemente el crimen más conocido en la historia del estado de Connecticut. Lo que ocurrió aquel 23 de Julio del 2007, dejaría con el corazón en la boca a muchos.

La familia Petit vivía en Cheshire, Connecticut. Estaba compuesta por la pareja de esposos, el Dr. William Petit y Jennifer Hawke-Petit, y sus dos hijas, Hayley de 17 años de edad, y Michaela de 11.

En la noche del 22 de Julio del 2007, Jennifer, junto con la menor de sus hijas, Michaela, fueron a comprar a una tienda local de Cheshire. En pocos días Michaela cumpliría 12 años, por lo que decidieron realizar las compras para preparar una cena en casa. Durante el trayecto, captaron la atención de Joshua Komisarjevsky, quien tenía experiencia robando casas. El hombre dedujo que Jennifer tenía dinero, por lo que decidió hacerla su nueva víctima, e ir a asaltar su casa. En el camino, Joshua se comunicó con Steven Hayes, otro sujeto con mayor experiencia invadiendo viviendas y robando todo a su paso.

La familia Petit.
Según la confesión de Steven, los dos hombres habían planeado asaltar la propiedad de la familia Petit en la oscuridad de la noche, dejando a los integrantes de la familia atados, pero ilesos. Lo que ocurrió en realidad, fue muy distinto.

Llegaron a la casa a primeras horas del 23 de Julio. Al ver que William Petit se encontraba durmiendo en un mueble en el porche de la vivienda, Joshua cogió un bate de beisbol que estaba tirado en el patio, y golpeo la cabeza del doctor, dejándolo inconsciente. Inmediatamente, lo arrastraron y llevaron al sótano. Luego de eso, y tras ya haber entrado en la casa, ataron a Jennifer y a sus hijas, y las encerraron en sus respectivas habitaciones. Es así como los ladrones revisaron toda la casa esperando encontrar dinero en efectivo y algún objeto valioso, pero para sorpresa de ambos, no encontraron absolutamente nada. Quedaron insatisfechos y frustrados. Lo único que llamó su atención, fue una carta del “Banco de América” en la que indicaba la línea de crédito que tenía Jennifer. Los ladrones subieron a la habitación de la mujer, y conversaron con ella para que retirara quince mil dólares ni bien el banco abriera, a lo que ella accedió.

Horas más tarde, Steven se va de la casa y sale a comprar gasolina. Un video de vigilancia de la estación de gas, muestra como el ladrón compra diez dólares de gasolina y los vierte en dos latas rojas. Este momento sería una evidencia clave para demostrar el intento de asesinato premeditado por parte de Steven. Después de eso, regresa a la propiedad de los Petit, guarda la gasolina, y lleva a Jennifer al banco. Joshua se quedaría vigilando la casa.

Jennifer en el banco.
Jennifer llega al banco a las 9:24 de la mañana. Las cámaras de seguridad captaron el preciso instante en el que la mujer realiza la transacción y el retiro del dinero. Ella aprovecha este momento para alertar al asesor de servicios sobre su situación. La respuesta fue inmediata: El gerente llamó al 911 y a la policía para hacerles saber que una mujer había ingresado al banco, diciendo que su esposo y sus hijas habían sido secuestradas en su propia casa, pero que a pesar de eso, los ladrones habían sido muy gentiles y que al parecer solo querían el dinero. Mientras Jennifer era recogida por Steven, el gerente describía su ropa por teléfono.

Al regresar a casa, los ladrones intensificaron la naturaleza de sus actos. Mientras Steven había estado en el banco, Joshua violó a Michaela, la hija menor, a quien fotografió y grabó con su celular mientras abusaba de ella. Después de eso, Steven procedió también a hacer lo mismo, pero esta vez lo haría con Jennifer en el piso de su cuarto. Según el, Joshua lo había obligado a violar a la mujer.

En ese momento, se escucharon gritos en la calle: William había logrado escapar de la casa. Empezó a gritar “las chicas están en la casa!”, y pidió ayuda a uno de sus vecinos, pero según él, la cara del Dr. Petit era irreconocible debido a la gravedad de sus heridas.

Al percatarse del escapa de William, Steven estranguló hasta matar a Jennifer. Roció su cuerpo con gasolina y la dejo tirada en la habitación. A continuación, rociaron más gasolina por toda la casa. Tenían bien claro lo que querían hacer. Las hijas, cada una con la cabeza cubierta con una funda de almohada y atadas a sus camas, fueron rociadas también con el líquido. Sin pensarlo dos veces, prendieron fuego a la casa, y los ahora “asesinos”, se dieron a la fuga. Michaela murió tras no soportar el humo del fuego, en su cama, mientras que Hayley logró liberarse de las ataduras, pero sucumbió al fuego y el humo en las escaleras. Los asesinos escaparon con el vehículo de la familia, y a solo una cuadra de la propiedad, fueron detenidos por la policía. William permaneció en el hospital, sin saber que era exactamente lo que había ocurrido. La invasión a la casa duró aproximadamente siete horas.

Instantes del incendio de la casa.
Al ser atrapados, cada uno le echaba la culpa al otro como el cerebro de la operación. Incluso intentaron culpar a William Petit como cómplice. Joshua se refería al Dr. como un cobarde que pudo evitar los asesinatos si quería. Se descubrió que Steven era adicto al crack, y que de niño había sido abusado por su niñera, acto que le genero cierto fetiche. Joshua había tenido una buena infancia, ya que su familia era cristiana y adinerada.

Para la suerte de los asesinos, el juicio recién comenzó en el año 2010. El poder judicial del estado de Connecticut, por primera vez en la historia, tuvo que ofrecer asistencia post-traumática a los jurados, ya que necesitaban ver imágenes totalmente perturbadoras y escuchar los espantosos testimonios durante el juicio. Al final, Steven Hayes fue sentenciado, no a una, sino a seis penas de muerte y ciento seis años en la cárcel. Joshua Komisarjevsky fue declarado culpable el 13 de Octubre del 2011, y sentenciado a muerte el 27 de Enero del 2012. En Agosto del 2015, el estado de Connecticut abolió la pena de muerte, por lo que ambas sentencias se convirtieron automáticamente en cadenas perpetuas.

El caso termina con una gran interrogante: ¿Por qué la policía no hizo absolutamente nada para evitar los asesinatos? El 15 de noviembre del 2015, se descubrió que un policía, que se encontraba a solo metros del banco donde Jennifer estaba retirando el dinero, había sido alertado para buscar el vehículo donde se encontraba la mujer, pero a pesar de buscarlo, no pudo encontrarlo. Después de la alerta del banco, la policía se demoró más de media hora para establecer una restricción de vehículos en el área, mientras que los ladrones ultrajaban y asesinaban a las mujeres dentro de la casa. Tampoco hicieron el esfuerzo por hacerles saber a los ladrones que la policía estaba consciente de su presencia en la propiedad: no se les ocurrió tocar el timbre o llamar a la puerta. Algo tan simple pudo haber salvado la vida de esas tres mujeres.


Joshua y Steven.


Un caso bastante triste.


Comentarios

Entradas populares