El Comegente

José nació en 1957, en la región de Caño Zancudo del estado de Mérida, Venezuela. Desde muy pequeño tuvo problemas, y su infancia estuvo marcada por la pobreza. Su familia, familia de agricultores de escasos recursos, solo pudo pagarle los estudios hasta tercer grado de primaria.

Poco a poco, empezó a comportarse de forma extraña. Sus familiares lo describían como si hubiese estado poseído por alguna entidad maligna. Años posteriores, su comportamiento extraño lo llevaría a dos arrestos: uno por robar gallinas, y otro por robar ganado; pero el más importante y por el cual la policía lo mantendría bajo la mira se realizó en 1995, y sería el primero de su larga lista de asesinatos.

Todo empezó con Cruz Baltazar Moreno, un hombre que desapareció de un día para otro. Según el hermano y el mejor amigo de Moreno, la última vez que lo vieron con vida estaba conversando con José, cerca de donde vivía. Cuando la policía llegó al lugar para investigar, encontraron los restos de un cruel asesinato. Lo único que quedó del cuerpo de Moreno, fueron sus manos y sus pies, el resto fue parte de un gran festín.

El asesino fue internado en el Instituto de Rehabilitación Psiquiátrica de Peribeca, pero después de dos largos años de tratamiento  fue dado de alta. Según los médicos, José ya no era una amenaza para la sociedad. Que equivocados que estaban.

José regresó a casa con su familia, pero esta decidió quitarle todo tipo de apoyo, por lo que José tuvo que empezar a vivir en la indigencia. Hay rumores de que lo primero que el hombre hizo tras salir de casa, fue buscar a Antonio López, el mejor amigo de Cruz Baltazar Moreno, para asesinarlo y posteriormente, ingerirlo.

Es así como José se trasladó a la ciudad de Táriba. Solía pasar sus tardes en el parque Doce de Febrero, cerca al rio Torbes. Poco a poco fue construyendo una casa rustica en un rancho abandonado. Es aquí donde “El Comegente” prepararía sus no tan apetitosas meriendas.

Su primera víctima sería un amigo suyo, Manuel. Con su cuerpo, preparó empanadas, las cuales compartió con los pueblerinos del área que se habían ganado su amistad. Grande seria la sorpresa cuando años más tarde se enterarían de lo que en verdad habían comido. José dijo que Manuel era muy buena persona, por lo que era probable que su carne tuviera buen sabor.

"La carne de los hombres sabe mejor que la de las mujeres. Estos son como más sabrosos. Las mujeres son dulces. Es como comer flores y te dejan el estómago flojo".

Es a partir de Noviembre de 1998 donde “El Comegente” empezaría a cazar a sus víctimas con mayor frecuencia. Uno o dos por semana. Sus principales víctimas eran vagabundos como él, ya que nadie los iba a extrañar; y deportistas y obreros que trabajan cerca al rio. Según sus declaraciones, José solo asesinaba a hombres porque su carne sabía mucho mejor que la de las mujeres. Además, pensaba que ellas eran puras y que ellos si merecían morir.

 Una vez atrapaba a sus víctima, los descuartizaba, procedía a preparar las partes que se iba a comer, y enterraba las manos, los pies, y las cabezas, ya que eran partes muy difíciles de masticar.

El día 12 de Febrero de 1999, una persona anónima alertó a los miembros de Defensa Civil que había encontrado huesos humanos cerca al parque 12 de Febrero. Inmediatamente, iniciaron un rastreo por las zonas aledañas, donde se encontraba el rancho de José. La policía pensó que se trataba de un área de liberación de cadáveres de alguna banda de narcotraficantes o quizá de alguna secta satánica, hasta que entraron al rancho. En su casa se encontraron distintos objetos, ropa, cuadernos y documentos que José no pudo precisar su origen; pero lo peor estaría en la cocina. Encontraron varios recipientes con carne humana y vísceras listas para consumir, tres cabezas humanas y varias manos. Al parecer habían encontrado el lugar de operaciones de quien sería el primer asesino en serie de Venezuela.

“El Comegente”, como así lo llamarían, fue llevado a la comisaría más cercana. En sus declaraciones demostraba que no se arrepentía de nada.

Poco a poco el asesino se convirtió en una figura pública, ya que existía cierta fascinación por su persona y por los crímenes que había cometido. Recibía visitas de los reporteros a quienes les daba largas entrevistas de su modus operandi.

Les comentaba que no comía personas gordas, por ejemplo, ya que estaba seguro que su colesterol iba a aumentar. Comentaba también que había comido por lo menos a 40 personas.

Si bien los reporteros estaban felices por tener una historia que contar, y una muy grande, los pobladores estaban muy preocupados de tener a una asesino cerca, por lo que pidieron que “El Comegente” sea trasladado  a la cárcel de Santa Ana. Inmediatamente, los convictos protestaron ya que temían por sus vidas. Se decidió entonces enviarlo de nuevo al Instituto de Rehabilitación Psiquiátrica de Peribeca, ya que José había sido diagnosticado con esquizofrenia paranoide, pero los enfermos también protestaron, ya que pensaban que el hombre no estaba lo suficientemente enfermo como para compartir el espacio con él.

Finalmente, “El Comegente” fue puesto en una celda de la Dirección de Seguridad y Orden Publico del Estado de Táchira. En la actualidad, José sufre de parkinson, pasa el tiempo limpiando el piso de su nuevo “hogar”, y hasta el día de hoy no se ha determinado si es un criminal o una persona mentalmente enferma.