Los Niños Llorones
Bruno Amadio
nació en 1911, en Venecia. Él fue un pintor que ganó gran notoriedad pública de
una forma un poco extraña. Se dice que
tras participar en la Segunda Guerra Mundial, comenzó a pintar una serie de
cuadros a los que llamó: Los niños llorones. Fueron un total de 27 pinturas,
las cuales se volvieron muy populares a partir de los años 50.
Lo que Amadio
buscó mostrar en sus cuadros era un poco del horror que se vivía en la guerra.
Aquellas lágrimas que caían de los ojos de los niños huérfanos fueron un
símbolo de las desgracias que trajo consigo la brutal Segunda Guerra Mundial, y
tras conocer el contexto en que se realizaron, logras sentir aquella pena que
sentían.
Los motivos por
los cuales se piensa que la colección esta maldita, son muchos. En realidad es
muy extraño que una colección así haya
podido llevar a la fama a un desconocido. Sus trabajos anteriores han pasado
totalmente desapercibidos, por lo que, tal como cuenta la leyenda, Amadio tuvo
que vender su alma al diablo para poder alcanzar la fama que quería. De un día
para otro, sus pinturas se volvieron tan populares, que tuvieron cientos de
reproducciones cada año. En serio, estas pinturas eran consideradas
prácticamente tesoros.
Se sabe que los
niños retratados en aquellos cuadros, vivían en diferentes orfanatos y
beneficencias. Según cuenta la leyenda, Amadio, primero, ultrajaba a los niños,
y después los retrataba. Que aquellas lagrimas que caían de sus rostros, no
tenían nada que ver con la Segunda Guerra Mundial, sino con aquel acto
asqueroso y perverso que Amadio cometía.
El primer
retrato que hizo, lo dejó en el orfanato del niño al que pintó, como un
recuerdo. Días más tarde, misteriosamente, un incendio destruyo aquel orfanato,
quemando vivos a todos los niños que vivían ahí. Se dice que el espíritu de
aquel niño que retrató, quedó atrapado en la pintura. Milagrosamente, aquel
oleo fue lo único que se pudo rescatar de entre los escombros. Estaba
totalmente intacto. Ese cuadro fue el que más reproducciones tendría en los
años siguientes, y su distribución seria enorme a nivel mundial.
Pobre de
aquellos que se atrevan a colgar uno de los cuadros en sus hogares. Tendrán la
misma suerte que aquel orfanato. Algunos dicen que el niño sale del cuadro e
incendia todo a su paso. Otros aprovechan para realizar pactos con el diablo.
Utilizan el cuadro como un instrumento, una puerta para pactar con el demonio,
e incluso, dicen que en fechas especiales, el niño te mira directamente a los
ojos.
A fines de los
años 50’s, se dieron muchos casos de incendios. Coincidentemente, estas casas
tenían por lo menos una pintura de Amadio. Los investigadores no pudieron
llegar a una conclusión, por lo que solo atinaron a ponerle nombre a la
leyenda: “La maldición del niño llorón”.
En los 80’s,
“The Sun”, un periódico británico informaba que un bombero de Yorskshire
afirmaba que en algunos incendios se encontraban las pinturas del niño llorón.
Cuadros completos e intactos. Tras la noticia, otros periódicos también
publicaban notas similares sobre la maldición. Se llegó a un punto en el que
nadie quería tener una de las réplicas en su casa, por lo que su distribución
disminuyo enormemente.
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