Maria Marimacha



La leyenda de María Marimacha es de aquellas leyendas que conoces y quizás has escuchado desde pequeño porque tal vez un amigo de tu barrio, un vecino o hasta tus propios padres te la contaron. Muchos hemos crecido con esta leyenda, y probablemente, muchos también han tenido noches de insomnio a causa de ella. Generación tras generación han ido contando la historia, cambiando algunos elementos para que esta sea más terrorífica aun. Esta es la versión de la historia que yo escuché cuando tenía no más de 6 años de edad. Me la contaron mis primos en la casa de mi abuelos, quienes vivían muy cerca del cementerio del distrito de Puente Piedra. Ya podrán imaginar el miedo que tenía a dormir solo y que me pase lo mismo que le pasó a María. Pero, quien era ella?

Canicas.
María era una niña rebelde a la que le encantaba salir a jugar con los niños de su barrio. A ella le gustaba mucho jugar a las canicas, conocidas también como bolitas, es por ello que se ganó el apodo de Marimacha, debido a su comportamiento varonil y masculino.

Un día, mientras María Marimacha jugaba con sus amiguitos, su mama salió a buscarla para que compre los ingredientes faltantes del almuerzo. Ese día, comerían unos ricos anticuchos de corazón de res. La madre le dio 20 soles, y una lista pequeña para que María no se olvide de lo que tenía que comprar. Antes de irse, la madre le pidió a la niña que no se detenga en el camino para jugar con sus amiguitos, y que regrese a casa lo más pronto posible.

La lista de ingredientes era sencilla. La madre solo necesitaba un corazón de res, una botella de aceite y ají panca sibarita, que es un sazonador para realzar el sabor de las comidas. Inquieta por comprar las cosas para regresar a jugar, fue corriendo a la carnicería más cercana, pero para su mala suerte, esta se encontraba cerrada.

Caminando en busca de otra carnicería para comprar el corazón de res, se encuentra con dos de sus amiguitos quienes le proponen jugar solo 5 minutos a las canicas. María Marimacha aceptó sin dudar. Incluso, acepto una ronda con apuesta: 20 soles cada uno, el ganador se lleva todo. A ella no le interesó si perdía el dinero que le había dado su madre, estaba segura que ganaría, pero la suerte le volvió a jugar en su contra. Sus amiguitos le ganaron, y María se quedó sin un sol para comprar lo que su mama le había pedido. Ella no sabía qué hacer, no podía volver a su casa sin los ingredientes.

Dando vueltas al parque, pensando en que hacer, se encontró con una botella de aceita vacía en el piso. La cogió, y mirando a los lados para asegurarse que nadie la estaba mirando, orino dentro del recipiente. Ya tenía el aceite, se dijo así misma, solo faltaba el corazón de res y la sibarita. Esta última no fue difícil de conseguir. Usando su gran inteligencia, agarró el pedazo de un ladrillo roto que se encontraba en la pista, y lo empezó a chancar con una piedra. Tenía exactamente el mismo color rojo que el del sazonador. Solo le quedaba encontrar el corazón de res, que era el ingrediente principal.

Recordó que hace no muy poco, su tío había fallecido trágicamente y se encontraba enterrado en el cementerio de su localidad, el cual no quedaba muy lejos de donde ella se encontraba. Su única opción era ir hasta allá, desenterrar el cuerpo de su tío con un cuchillo prestado, y  robarle el corazón. Y eso fue exactamente lo que hizo, sin sangre en la cara que la haga detenerse un solo segundo y pensar en lo que estaba haciendo. Sin embargo, ella ya era feliz porque ahora si podía regresar a casa y darle los ingredientes que su madre necesitaba.

María Marimacha, ya más tranquila, le entregó a su madre los ingredientes y le pidió disculpas por haberse demorado tanto. Sin perder ni un segundo más, la preparación de los anticuchos se puso en marcha. La madre no imaginaba lo que estaba a punto de comer.

Todos en casa degustaron del rico plato, a excepción de María, quien estaba muy cansada como para comer. Subió a su cuarto, y se tiró en su cama sin pensar más en lo que había ocurrido aquel día.
Las horas habían pasado, y cuando María despertó, se dio cuenta que no había nadie en casa. Su madre había dejado una nota en la mesa de la cocina donde le explicaba que habían salido a comprar y no la despertaron porque querían que descanse. De pronto, una voz irrumpe en su puerta. Unos gritos de lamento y desesperación que repetían una y otra vez “María Marimacha, devuélveme mi corazón! María Marimacha, devuélveme mi corazón!”

Lo que no sabia...
El miedo invadió automáticamente el cuerpo de María, por lo que subió a su cuarto, y se escondió en el ropero. Lo que ella no sabía, es que por más que se escondiera, su destino ya había sido sellado.

Media hora después, la madre regresa a casa y escucho un gran grito proveniente del cuarto de Maria Marimacha. Lo que encontró ahí, fue una escena salida de una película de terror: Su hija dentro del ropero, muerta, con su corazón sangrando en la mano. “María Marimacha, devuélveme mi corazón! María Marimacha, devuélveme mi corazón!”

Comentarios

Entradas populares